Con el fin de la «Guerra fría», parecía que la época de los grandes proyectos secretos como el F-117, el A-12 / SR-71, etc.. hubiera tocado a su fin. Precisamente la caída del «telón de acero» a principios de los ’90, coincidió en el tiempo con el que fue el último «mito» del secretismo de los Skunk Works (trabajos oscuros) que se realizaban en las instalaciones de la famosa «Area 51«. Último mito cuyo nombre es… «Aurora«.
Los aviones de tecnologia stealth como el SR-71 Blackhawk o el F-117 fueron «hijos» de los Skunk Works, apelativo del programa de proyectos desarrollo avanzado de la Lockheed Martin que gozaban de la etiqueta de «alto secreto». El (SR-91) Aurora estaba destinado a ser el siguiente de la lista, como sustituto natural del Blackbird, al tratarse de un avión de reconocimiento. En este caso pasando de la velocidad supersónica a la hipersónica de Mach 6 aproximadamente.
La cuestión es que no hay un reconocimiento oficial de su existencia, ni pruebas tangibles. Hay documentación, un «nombre en código» filtrado en informes, testimonios más o menos fiables, presupuestos, etc. Con todo ello, digamos que podemos hacer una especie de «2+2=3’99«… pero siempre nos faltará ese o’o1 para probar al 100% la teoría existente…
La leyenda del «Aurora» se inició en marzo de 1990, cuando la revista Aviation Week desveló que el nombre en clave «Aurora» había pasado inadvertido en los presupuestos de la USAF de 1985, con una asignación de 455 millones de dólares para la producción de un avión «Skunk Works» durante el año fiscal 1987. Años después algunas voces dijeron que aquella designación se refería al bombardero B-2 Spirit… pero el misterio que envuelve al nombre en clave «Aurora» perdura aún hoy en día…
El 6 de marzo de 1990, un Lockheed SR-71 Blackbird de la USAF batió el récord oficial de velocidad volando de Los Ángeles a Washington. Al aterrizar, una ceremonia marcó oficialmente la retirada del servicio de los Blackbird. Los argumentos fueron loa elevados costes de operación al año junto a la llegada de más satélites espías sofisticados. La USAF, normalmente reticente a los recortes en sus programas, no se opuso a la jubilación del SR-71 ¿Porqué? La Fuerza Aérea vio en el SR-71 una moneda de cambio a ser sacrificada para garantizar la supervivencia de otros programas, como el futuro bombardero B-2 Spirit y… el Aurora.
En agosto de 1989, mientras trabajaba como ingeniero en una plataforma petrolífera en el Mar del Norte, Chris Gibson observó como una aeronave desconocida para él con forma triangular repostaba de un KC-135 Stratotanker, acompañados por un par de bombarderos F-111. Tras desestimar que se tratase de un F-117, Mirage IV o un F-111 con las alas en flecha, Gibson hizo un esbozo de la formación. Hay que resaltar que Chris Gibson había ganado varios trofeos como miembro del equipo internacional del Real Cuerpo de Observadores de reconocimiento de aeronaves desde 1980, es decir, que estamos ante unas de las personas más calificadas y con más experiencia de la época en la identificación de aviones militares y a pesar de ello no pudo identificar a la aeronave que vio volando sobre el Mar del Norte.
Añadido a este hecho, una de las pruebas más «palpables», fueron las inusuales explosiones sónicas detectadas en el sur de California, a partir de mediados de 1991. Por lo menos en seis ocasiones fueron captadas por los sensores Servicio Geológico de los EE.UU. Los sismólogos estimaron que se trataban de aviones que volaban a velocidades de entre Mach 5 y 6 (alrededor de 7000 km/h) y a una altura de 10.800 metros. También pudieron estimar que las características del vehículo debían ser inferiores a los 37 metros de longitud del transbordador espacial. De todos modos, ni el space shuttle ni el SR-71B de la NASA operaron ninguno de los días en los que se registraron dichas explosiones sónicas.
En 2006, el escritor Bill Sweetman (Jane’s y Aviation Week) llegó a la conclusión que tras 20 años examinando «agujeros» el presupuesto de la USAF y la sucesión temporal de «avistamientos» y «explosiones sónicas», se podía establecer la existencia inicial del programa Aurora. Además, sus investigaciones le permitían afirmar que el programa seguía activo, después de haber pasado años buscando a través de los presupuestos militares, aprendiendo a resolver donde el dinero se va y rastreando nombres en clave. Afirmó que en 2006 en el presupuesto de la USAF existían 9 mil millones de $ que se ajustaban a un proyecto «negro» como el Aurora.
¿Conclusión? Yo, por mi parte me atrevo a asegurar que el Aurora, no es un mito, sino una realidad. Seguramente haya existido un modelo operativo, quizás dos, pero que nunca pasó de ser un prototipo y que seguramente no haya volado durante la presente década, ni lo haga ya más. Es una aeronave nacida en otra época, con otras necesidades. Los avances conseguidos con los UAV (vehiculos aéreos no tripulados) y los satélites de última generación, permiten operar de una forma mucho más eficiente y segura para realizar tareas de vigilancia y espionaje que a través de arriesgadas misiones como las que antaño tenían que cumplir las tripulaciones a bordo del SR-71 Blackbird tomando fotografías sobre territorio enemigo a más de Mach 3 y en el punto de mira de los misiles tierra – aire.
¿Ello quiere decir que el Aurora fue simplemente un «caro juguete» destinado a ser almacenado en algún hangar del Area 51? Para nada. La experiencia extraída a través de los vuelos hipersónicos unida al uso de las nuevas tecnologías darán como resultado grandes avances en nuevos proyectos en base a los datos obtenidos. En mi opinión el heredero del «Aurora» es el FALCON, proyecto conjunto entre la agencia DARPA y la USAF, para desarrollar un sistema de armas hipersónico reutilizable (HCV) y un sistema de lanzamiento capaces de acelerar al HCV a velocidades de crucero hipersónicas, así como efectuar el lanzamiento de pequeños satélites en órbita terrestre.
El programa FALCON nacido en 2007, en principio contemplaba un avión de combate no tripulado llamado «Blackswift» capaz de despegar desde una pista, acelerar a Mach 6, completar su misión y aterrizar de nuevo. ¿Os suena? Finalmente fue cancelado en 2008 y actualmente se centra alrededor del X-41 CAV (Vehículo Aéreo Común), una plataforma aérea común para misiles balísticos intercontinentales (ICBM) y misiles de crucero hipersónicos. Toda información alrededor del X-41 está clasificada pero no tengo la más mínima duda que toda la experiencia obtenida en el Aurora sumados a los nuevos materiales, combustibles y conocimientos de hoy en día, se está centrando en el desarrollo del X-41. Incluso es posible que el prototipo del Aurora se esté usando como plataforma de pruebas en tierra en el desarrollo de determinadas tecnologías del X-41, como pueda ser el sistema de propulsión, etc.
De todas maneras, como dijo Thornton D. Barnes, especialista en vuelos hipersónicos que trabajó en el Area 51… «Nunca lo sabremos todo«.
El Lince Analista (13 de junio de 2011)
Ante el interés suscitado por este tema y con la vuelta a la actividad en el blog, he decidido reeditar está columna de análisis publicada hace más de 5 años y que continua en plena vigencia.
Un lustro después nada cambia respecto a mis conclusiones y quizás lo único a añadir es la ‘desaceleración’ a nivel presupuestario en proyectos como el FALCON en los últimos años. ¿Las causas? Los altos costes, otros programas prioritarios para la USAF en estos momentos (F-35, RQ-180, B-21, etc.) y un cambio en la politica que priorizaba la nueva misión PGS (Prompt Global Strike) donde se enmarcaban projectos como el FALCON durante la pasada década. Con ello no digo que se hayan cancelado… simplemente se ha «desacelerado».
El Aurora es pasado pero con una herencia muy presente en tecnologias actuales y futuras.
El Lince Analista (15 de julio de 2016)